Resumen: Las víctimas de contra-incesto son hijas cuyos padres se alejan con un rechazo aparentemente frío, cuando las hijas llegan a la adolescencia y los impulsos incestuosos surgen en ambos, padre e hija. Esta acción, una formación reactiva defensiva por parte del padre, da lugar a una auto-imagen negativa de la hija. Los celos de la madre y su competitividad, pueden agravar la situación. Se plantean la decisión del guión, las manifestaciones de rackets y las experiencias reforzantes de estas víctimas, así como algunos de los tratamientos reparadores que necesitan los terapeutas masculinos y femeninos para ayudar a sus pacientes a volver sobre este período con un resultado más saludable.
Después de años de poca investigación y discusión teórica, se ha escrito mucho recientemente sobre relaciones incestuosas, en especial las que afectan a la relación padre-hija (Justice & Justice, 1979; Koch, 1980; Vander Mey & Neff, 1982). Este incremento se debe en parte a una emergente consciencia de las cuestiones sobre los límites femeninos (Rubin, 1983) y también al hecho de que las mujeres están más dispuestas a revelar las relaciones incestuosas. Para muchas mujeres tal revelación reduce el sentimiento de culpa y alivia la presión interna de llevar un secreto familiar durante muchos años. En este sentido, la revelación puede ser muy terapéutica. Por otro lado, también puede implicar un cambio en el Triángulo Dramático, de Víctima a Perseguidor mientras se revive el guión.
Como profesionales clínicos nos hemos dado cuenta de un fenómeno, que se menciona brevemente en Justice y Justice (1979, p.212) y en Summit y Kryso (1978), que puede ser tan frecuente como el incesto. Llamamos a este fenómeno "contra-incesto", ya que se basa en una formación reactiva a los deseos incestuosos y a los impulsos experimentados por un padre y por una hija. La dinámica del contra-incesto está bien ilustrada por una paciente de veintiocho años de edad, que muestra un racket de rechazo severo. Ella es una atractiva y vibrante mujer, físicamente bien desarrollada que descuenta su belleza con obesidad y con un aspecto desaliñado. Es muy sensible al rechazo e interpreta varios juegos como "¿Por qué siempre me pasa esto a mí?" y "Arrinconada" (Berne, 1964) con el fin de recibir como ganancia el rechazo. Al describir su infancia temprana, dijo que ella y su padre eran "buenos amigos" hasta que tuvo diez o doce años, momento en el que su padre, de repente, se apartó de ella sin explicación. Nunca más la tocó, la abrazó, ni siquiera le hizo cumplidos. Ella se convirtió así en una víctima de contra-incesto.
Las historias evolutivas de las víctimas de contra-incesto son similares a la que acabamos de relatar. Padre e hija se describen como muy cercanos en los primeros años del desarrollo, con el padre siendo cálido, haciendo un buen contacto físico, abrazando, acariciando y en general prestando atención a su hija. Sin embargo, cuando la hija alcanzó la pubertad, o cuando ambos se dieron cuenta de su desarrollo sexual, el padre se asustó de sus propios deseos y se retiró para protegerse de sus sentimientos incestuosos. A continuación, se volvió rígido, frío, retraído, convencional y con frecuencia muy estricto sobre las actividades sociales de su hija. A menudo invitaría a un juego de "Alboroto" (Berne, 1964) desde la posición de Perseguidor mediante el descuento a su hija y ella haría el cambio correspondiente de Víctima a Perseguidor al convertirse abiertamente en una rebelde.
El Rol del Padre
En este tipo de sistema, la hija se siente romántica y físicamente atraída hacia su padre, de igual forma que hacia los hombres mayores en el proceso evolutivo natural. Ella tiende a idealizar a su padre, quiere ser atractiva para él, y desea cercanía y caricias, especialmente si ése ha sido el tipo de relación que han tenido en los primeros años de desarrollo. Mientras experiencia que el padre se va apartando de ella tiende a pasar a una posición de "Él Está Bien, Yo No Estoy Bien" debido a su tendencia a idealizarle. Es difícil para la hija comprender que el problema radica principalmente en el padre y no en ella. Posteriormente, ella tiende a culparse del retraimiento. Los mensajes psicológicos que recibe de su padre hacen que ella decida que su atractivo físico y su sexualidad son la causa de ese retraimiento. Ella puede decidir que la belleza es peligrosa, que no es lo suficientemente buena, o incluso que merece ser rechazada, y luego formar continuas creencias de guión sobre la base de esta decisión. Los sentimientos del Niño Libre de la hija que resultan de este dilema son la rabia y la tristeza. Su conducta externa, o manifestaciones de sus rackets, pueden incluir rechazar a otras personas con la falta de atractivo físico y con un comportamiento rebelde, a menudo a través de la promiscuidad sexual. En un nivel físico, puede llegar a ser obesa, anoréxica o clínicamente deprimida. Ella va a buscar a hombres que continuamente la rechacen, con el fin de reforzar el sistema de creencias de que está mal, de que no es lo suficientemente buena o de que merece el rechazo, mientras que al mismo tiempo está simbióticamente esperando a que el padre vuelva y la ame.
El Rol de la Madre
La madre a menudo juega un papel muy activo en este sistema de contra-incesto. Muchas veces la madre se siente tan amenazada como el padre, por la emergente sexualidad de su hija y su atractivo (Friday, 1977). Esto es especialmente cierto si la propia madre es insegura, deja de funcionar sexualmente, o fue criada en un sistema familiar competitivo. Por lo tanto, la madre puede intentar limitar el atractivo sexual de la hija de varias maneras. Puede que impida a su hija arreglarse, etiquetando dichas conductas como vanas, innecesarias o incluso malignas. Puede ser crítica y desaprobar cualquier manifestación de afecto entre padre e hija. Puede que nunca les permita a ellos dos estar a solas, o de una forma competitiva, buscar caricias al mismo tiempo que su hija está intentando conseguirlas de su padre. Por último, la madre también puede convertirse en controladora y restrictiva de las actividades sociales de la hija. Como resultado, la hija podría sentirse rechazada por la madre, debido a su sexualidad y a su atractivo, y puede adoptar muchas decisiones negativas acerca de sí misma y de su rol como mujer.
Algunas mujeres pueden experimentar rechazo por parte del padre, incluso sin su retraimiento, simplemente porque él no dice nada cuando la madre está siendo crítica y controladora en el desarrollo social y sexual de su hija. Al no proteger de una forma activa el derecho de su hija a un crecimiento pleno de su femineidad, la hija puede llegar a la conclusión de que su padre, al igual que su madre, la rechaza como mujer.
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